El proceso de rehabilitación integral fue modificándose en los últimos tiempos hasta ser concebido como un todo, desde un aspecto médico, psicológico y hasta social. ¿Cuándo un trabajador que ha sufrido un accidente está integralmente rehabilitado?

 

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En muchas ocasiones, las personas que sufren un accidente en el ámbito laboral, deben afrontar procedimientos quirúrgicos y largas temporadas de hospitalización hasta recuperar la capacidad de asumir su rol y posición dentro de la familia y el ámbito laboral.

A lo largo del recorrido, el paciente confía el éxito de sus esfuerzos, a un equipo de profesionales que va a orientar su tratamiento en función de lograr una rehabilitación integral. Sin embargo, hoy en día, este último concepto ha adquirido una significancia relevante a la hora de diseñar un programa que permita a un trabajador accidentado, recuperar sus potenciales de manera total.

La Ley de Riesgos del Trabajo (LTR: Ley 24557) encuadra la rehabilitación dentro de las prestaciones en especies a las que tiene derecho el trabajador, indicando que dichas prestaciones son irrenunciables y que deberán otorgarse al trabajador damnificado hasta su curación completa o bien mientras subsistan los síntomas incapacitantes. Es decir, que el espíritu mismo de la ley hace hincapié en el objetivo de este proceso: la persistencia de la menor cantidad posible de consecuencias derivadas del siniestro laboral.

La rehabilitación integral  es un proceso dinámico y complejo que resulta de la aplicación integrada de numerosos procedimientos tendientes a lograr que el individuo recupere su estado funcional óptimo -tanto en el hogar como en la comunidad- en la medida que lo permitan la utilización apropiada de todas sus capacidades residuales.

El inicio temprano de la rehabilitación optimiza ganancias físico-funcionales, reduciendo las consecuencias de la lesión y restableciendo las condiciones físicas y mentales, que le permitan, dentro de sus posibilidades, actuar de manera independiente en las actividades de la vida diaria e instrumentales. Al respecto, la licenciada Andrea Drevniak, Coordinadora del Servicio de Rehabilitación del Centro Médico Integral Fitz Roy, opina: “el mayor desafío que enfrenta un profesional a la hora de diagramar un proceso de rehabilitación es obtener el máximo nivel de independencia de los pacientes teniendo en cuenta sus capacidades e intereses, buscando siempre mejorar su calidad de vida”, y agrega: “es necesario acompañarlo en el proceso que lo lleva a desarrollar habilidades, conocimientos y aptitudes para aspirar a un puesto laboral de acuerdo a sus potencialidades, sin dejar  de lado la necesidad de que el paciente comprenda y se adapte a una nueva condición personal siendo capaz de superar las consecuencias emocionales negativas”.

El programa rehabilitador debe ser  interdisciplinario, integral y adaptable, previa valoración exhaustiva del paciente y su entorno.

Es interdisciplinario, porque el fin último de la rehabilitación, requiere orientar el proceso en varias direcciones. Por ejemplo, el equipo que diseña un programa de rehabilitación cuenta muchas veces a médicos fisiatras, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, fonoaudiólogos.

Es integral, en tanto busca reducir al mínimo los perjuicios que el accidente haya provocado en el paciente y, por lo tanto, exige un enfoque biopsicosocial. En este sentido, es necesario brindar al paciente un marco de contención que le permita enfrentarse a la nueva realidad que es producto del accidente, a recomponer el vínculo con su propio cuerpo, y retomar la confianza en sí mismo a la hora de reasumir su tarea laboral, o incluso, buscar superar sus competencias anteriores.

Por último, es adaptable, ya que el profesional toma en consideración la situación particular de cada individuo y en función de ellos decide el camino a emprender. Para ello, evalúa no sólo las fortalezas y debilidades del paciente, sino su situación laboral y hasta familiar. Es aquí donde resulta relevante el desarrollo de un vínculo adecuado entre el profesional y el paciente que apunte a generar la confianza y el compromiso necesarios para el éxito de la rehabilitación.

Capítulo aparte, merece el aspecto de la reinserción social, que también hoy en día, forma parte del concepto de rehabilitación integral. La licenciada Drevniak apunta: “algunas personas se conforman con tan solo recolocarse en el ámbito laboral, pero otras no; desean seguir superándose profesional y económicamente; y si tienen la capacidad para ello, el hecho de tener una discapacidad no justifica que se le prive de nuevas oportunidades”.

Muchas veces, los profesionales de la salud, deben trabajar contra el desconocimiento, los mitos, el miedo e incluso la indiferencia, de algunos sectores de la sociedad “Hay que tener en mente que la persona como tal, es un ser que necesita hacerse a sí mismo y operar su propia realización. La persona con discapacidad no es una excepción”, insiste.

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