Día a día, llegan al Centro Médico Fitz Roy pacientes que, luego de una experiencia traumática, logran mejorarse y seguir adelante, acompañados por un gran equipo profesional que mantiene un fuerte compromiso con la salud.

 

Matías Forte - Paciente rehabilitado del CMIFR

Matías Forte – Paciente rehabilitado del CMIFR

Matías Forte tiene 40 años y dos hijas, una de 7 y otra de 11 años.  Nos recibe minutos antes de entrar a su sesión de kinesiología en el Centro Médico Integral Fitz Roy, a la que asiste desde hace años, luego de que el destino le pusiera delante una de esas difíciles pruebas que sólo se superan con coraje.

Durante el año 2008, trabajaba manejando un camión. En su camino desde Concordia a Buenos Aires, el humo de los campos que ardían al calor de los acontecimientos políticos de la época, le impidió ver un choque de dos camiones que cortaban el paso en la ruta, a los cuales embistió involuntariamente.

Entre los fierros retorcidos del vehículo que manejaba y completamente consciente, esperó horas hasta que pudieran sacarlo. “No pensé que fuera nada grave porque sólo sentía un dolor en la cintura”, nos cuenta.

Sin embargo, al llegar al hospital, la realidad era muy diferente: Matías tenía fracturas expuestas de tibia y peroné en ambas piernas, de fémur en su pierna izquierda y graves lesiones en su pelvis.

Con un total de 40 operaciones durante los años siguientes, las noticias siguieron empeorando. No hubo modo de salvar sus piernas. A pesar de los esfuerzos de los profesionales que estaban a cargo del caso, los injertos de piel que se hacían y los intentos por salvar sus extremidades, Matías tuvo que afrontar la pérdida de su pierna derecha primero, y de su pierna izquierda después.

Desde entonces, el proceso de amigarse con un cuerpo que no era el de siempre, que parece traicionar al paciente no sólo en su nuevo aspecto, sino también en las nuevas capacidades. “Es muy difícil explicar qué se siente, el cuerpo te engaña. A veces me picaba el pie y cuando iba a rascarme, no lo encontraba”, explica Matías al contarnos sobre qué es un dolor o una sensación fantasma.

“Fue una decisión muy difícil para mí, pero el médico me preguntó si prefería mantener la pierna y andar en silla de ruedas, o volver a caminar”, relata Matías.

El amor de sus hijas fue sin dudas tan importante como el trabajo denodado de los profesionales que lo atendieron durante todo el proceso en el Centro Médico Integral Fitz Roy.

“Me sentí muy contenido porque confiaba mucho en la capacidad profesional de todos los médicos del centro, pero además me demostraron que peleaban por mi pierna como si fuera la pierna de alguno de ellos. Yo sabía que estaba en buenas manos”, recuerda.

En el Centro Médico Integral Fitz Roy, un equipo de altísimo nivel se hizo cargo del caso de Matías cuando las opciones ya eran bastante reducidas, y trataron de obtener el mejor resultado posible. Y lo lograron.

“No tuve otra opción que tomarme la vida como un desafió constante, porque rendirme no era una opción”, enfatiza.

“Mis hijas me acompañaron muchísimo, mis padres, mis amigos, sin ellos hubiera sido muy difícil”, remarca.  “Mi hija menor jamás me vio con piernas…prácticamente aprendimos a caminar juntos”, concluye.

El proceso que debe enfrentar un paciente que ha perdido alguna de sus extremidades no es fácil. Conlleva adaptarse a la nueva forma de su cuerpo, desarrollar otras capacidades que suplan las anteriores, adaptarse a una prótesis y un posible malestar anímico que muchos experimentan. “El tratamiento fue largo, encontrar las prótesis, acostumbrarme, todo costó, pero hoy trabajo, hago todo de forma independiente, vivo sólo y hasta me animo a jugar al tenis”

En efecto, Matías hace dos años participa de un grupo que se llama T.A.P (Tenis Adaptado de Pie). En él, se organizan torneos para aquellas personas como él, que a pesar de haber tenido que atravesar esta situación traumática, deciden darse una segunda oportunidad y demostrar (y demostrarse) que aún hay muchas cosas que se pueden hacer. “Para mí este grupo fue muy importante, no sólo porque me permitió seguir haciendo deportes, sino porque me hizo conocer personas que habían pasado por lo mismo que yo, y que seguían desafiando a su propia suerte, demostrando que pase lo que pase, hay que seguir”.

Este torneo, que se organiza una vez por año en un país diferente, tendrá a la Argentina como sede los días 27 y 28 de junio. El mismo tendrá entre sus competidores a un aguerrido paciente del Centro Médico Integral Fitz Roy, que corre para devolver del otro lado de la red, cada pelota que le tire la vida. Como sea.

Román Mancini

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